Las gallinas ponedoras, fueron domesticadas hace más de 8.000 años, y aunque inicialmente eran solo eran mascotas; posteriormente, se convirtieron en un valioso recurso alimenticio. Esto, no solo por su carne, sino particularmente, por sus huevos.
El huevo, es uno de los alimentos más completos y económicos que existe, lo que le permite contribuir significativamente a mitigar el hambre y disminuir la desnutrición en el mundo.
Su alto valor nutricional se debe a que está compuesto por más de 12% de proteínas; 8% de grasas y un 75% de agua, aproximadamente.
Además, 4% de su contenido total se distribuye entre diversas vitaminas esenciales; entre las cuales destacan, la vitamina A, D, B12, E, la riboflavina, la niacina, el ácido fólico y la biotina, así como también minerales claves en el desarrollo como el hierro y el selenio, entre otros.
Actualmente la producción de huevos es una industria en auge de elevado nivel técnico, que utilizan instalaciones, genética y alimentación comunes a nivel mundial, pero pautas de manejo y programas sanitarios específicos para cada región.
Desde nace al eclosionar el huevo, la gallina ponedora demora al menos 18 semanas para ser productiva y tener su primera postura.
El huevo se forma en un proceso complejo que demora entre 22 y 26 horas, pasando por diversas estructuras del aparato reproductor de la gallina.
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