La parchita o maracuyá, conocida científicamente como Passiflora edulis, es una planta trepadora originaria de Sudamérica. Los frutos de la planta son conocidos por su sabor y aroma. El cultivo de maracuyá destaca la amplia variedad de preparaciones que se obtienen a partir de ella.
El proceso para establecer un cultivo inicia con la selección de las semillas. Se deben tomar las semillas de frutos sanos y libres de enfermedades. Una alternativa segura es obtenerlas en viveros.
La siembra se realiza en canteros o bandejas germinadoras protegidas del sol y del agua. Las semillas también se pueden germinar en bolsas plásticas negras. Para la germinación el sustrato debe ser desinfectado.
La planta de maracuyá es susceptible a encharcamientos. El trasplante a campo abierto debe realizarse teniendo en cuenta aspectos como: Pendiente del suelo y sentido de los drenajes. sin descuidar el monitoreo de: temperatura y humedad relativa.
Una planta de maracuyá puede alcanzar una longitud superior a los 10 metros. Es fundamental establecer sistemas de soportes para garantizar su crecimiento óptimo. Existen varios sistemas de soporte con un objetivo común: garantizar la vida útil de la planta y de los frutos.
El sistema vertical es el más usado por ser el más económico. El sistema emparrado permite una mejor distribución y ventilación de la planta y el sistema horizontal requiere un mayor uso de materiales, lo que aumenta su costo, sin embargo permite una mejor distribución del follaje.
La producción de frutos inicia entre el sexto y séptimo mes luego del trasplante. Los mayores rendimientos se obtienen durante el segundo año del cultivo.
Normalmente la pulpa se consume cruda. También es común la preparación de postres, los cuales son destacan por su exquisito sabor.
Esta fruta es rica en vitamina A y C, además contiene importantes minerales como calcio, hierro y potasio. Es conocida por ser un potente antioxidante natural.
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