El establecimiento estratégico de pastos de corte constituye el pilar fundamental para una ganadería productiva y sostenible. Asegurar un suministro constante de forraje de alta calidad es esencial para optimizar la alimentación animal, mejorar la salud del ganado e impulsar la rentabilidad de la explotación.
Desde la meticulosa selección de la especie adecuada hasta las prácticas de manejo y conservación, cada etapa del proceso de establecimiento juega un rol crucial en la creación de un sistema forrajero eficiente y resiliente. Comprender la importancia de una planificación cuidadosa y la implementación de técnicas apropiadas es el primer paso para transformar la producción ganadera y garantizar su viabilidad a largo plazo.
Selección de la Especie de Pasto
Índice del artículo
- 1 Selección de la Especie de Pasto
- 2 Preparación del Terreno
- 3 Siembra del pasto de corte
- 4 Fertilización
- 5 Manejo del Pasto
- 6 Control de malezas en el cultivo de pastos de corte
- 7 Cosecha y Utilización: el momento óptimo es clave para la calidad del forraje
- 8 Pastos de corte: planificación meticulosa para un establecimiento exitoso
El primer paso crucial para establecer pastos de corte que maximicen la alimentación del ganado radica en la selección estratégica de la especie de pasto, pues esta decisión sienta las bases para la productividad y calidad del sistema forrajero. La elección de la especie o variedad es crucial al iniciar un cultivo de pasto. Si la variedad elegida no es adecuada para las condiciones ambientales del lugar, tendrá serias dificultades para integrarse y prosperar .
En este sentido, es imperativo considerar la adaptación al clima y suelo locales, ya que algunos prosperan en ambientes cálidos y húmedos, mientras que otros se ajustan mejor a condiciones más áridas.
Además, la elección debe priorizar el valor nutricional, optando por especies ricas en proteína y fibra digestible, elementos esenciales para el crecimiento y la producción ganadera. Asimismo, se recomienda seleccionar pastos de rápido crecimiento y alta producción de biomasa, asegurando así un suministro abundante de alimento para el ganado.
Es importante resaltar que lo primero que se debe conocer es el área de pasto de corte a sembrar, cuánto forraje se ocupa. Para determinar la cantidad de pasto necesaria, es fundamental conocer tres datos clave: el número de animales a alimentar, la cantidad de forraje que consumirá cada uno y la producción estimada de pasto fresco por cada cosecha. El primer punto lo define el productor, el segundo va a depender del sistema de alimentación que se utilice. Por ejemplo, se estima que una hectárea bien manejada puede producir cada 60 días 40 000 kg de forraje verde por corte.
Preparación del Terreno
La preparación del suelo es fundamental para asegurar una siembra exitosa de pastos de corte. Inicialmente, se debe llevar a cabo la remoción de la vegetación persistente y la extracción de las piedras superficiales, elementos que obstaculizan la labranza y disminuyen la superficie apta para la germinación.
Luego, la labranza cumple un rol esencial al oxigenar y descompactar el suelo, favoreciendo la penetración del agua y la incorporación de materia orgánica. A continuación, la nivelación garantiza una superficie homogénea, optimizando la siembra y las labores de cultivo. Finalmente, resulta fundamental realizar un análisis de suelo exhaustivo, permitiendo identificar carencias nutricionales y ajustar el pH, con el fin de optimizar las condiciones para el desarrollo del pasto.
Siembra del pasto de corte
Una vez culminada la preparación, la siembra, que marca el inicio del ciclo vital del pasto, demanda una planificación y ejecución oportuna. Con el objetivo de asegurar condiciones óptimas, se aconseja llevarla a cabo al comienzo de la estación lluviosa, garantizando así una humedad adecuada del suelo, factor primordial para la germinación. Es crucial evaluar la calidad de la semilla mediante pruebas de germinación y verificar su procedencia y estado sanitario para ajustar las dosis de siembra y prevenir posibles contratiempos.
La selección del método de siembra, ya sea a través de semilla o material vegetativo, estará determinada por la especie de pasto y la disponibilidad de recursos. De igual manera, la densidad y la profundidad de siembra deben ajustarse a las recomendaciones técnicas específicas para cada especie, asegurando así una germinación y un crecimiento apropiados.
Cuando la semilla no se encuentra disponible comercialmente o presenta baja calidad, el material vegetativo emerge como una alternativa. Para su empleo efectivo, este debe estar sano, provenir de plantas vigorosas con puntos de crecimiento viables y mantenerse libre de deshidratación o putrefacción. Este tipo de material abarca estacas (con o sin raíces), porciones de tallos, estolones, macollas, cepas y cespedones, cuya cantidad necesaria variará según la especie.
En lo concerniente a la semilla, esta debe estar clasificada y ser de buena calidad. Para ciertas especies, la escarificación, un tratamiento físico o químico, acelera la germinación. Adicionalmente, para facilitar la siembra, la semilla puede mezclarse con material inerte o fertilizantes. En el caso de las leguminosas, la inoculación con Rhizobium (peletizado) representa una práctica económica y eficaz que potencia la fijación de nitrógeno. Es importante señalar que tanto el material vegetativo como el suelo también pueden inocularse con Rhizobium.
Época y densidad de siembra
En lo referente a la época de siembra, esta se vincula directamente con la distribución de las precipitaciones a lo largo del año. Existen dos momentos principales para la siembra: la siembra temprana, que coincide con el comienzo de las lluvias suaves, y la siembra tardía, que se efectúa durante o después de las lluvias más intensas.
En cuanto a la densidad de siembra, entendida como el número de plantas por hectárea, su objetivo es alcanzar una cobertura deseada. De este modo, puede ser densa, siguiendo las dosis recomendadas para cada especie, o rala, una estrategia que establece inicialmente pocas plantas “madre” a una distancia mayor de lo habitual o en franjas, para que su propagación natural cubra el área con el tiempo.
Cabe destacar que la distancia de siembra aconsejada para forrajes varía considerablemente según la especie, su agresividad y la presencia de malezas. Para las gramíneas y leguminosas herbáceas sembradas en hileras, se suelen recomendar distancias de 60-80 cm entre surcos o 40-50 cm entre plantas en siembra individual. Por otro lado, para las especies arbustivas, el patrón de siembra se adapta al uso previsto: 1×3-5 m para pastoreo asociado y 1×1.5 m para banco de proteína.
Fertilización
La fertilización se convierte en un pilar fundamental para nutrir el crecimiento vigoroso de los pastos de corte. En primer lugar, la fertilización de base, realizada al momento de la siembra, aporta los nutrientes esenciales para el establecimiento inicial del cultivo, priorizando el fósforo y el potasio para el desarrollo radicular.
Luego, la fertilización regular después de cada corte es esencial para reponer los nutrientes perdidos durante la cosecha. En este proceso, el nitrógeno juega un papel crucial, ya que estimula el crecimiento de las hojas y la producción de materia orgánica. Adicionalmente, la fertilización orgánica, mediante la incorporación de estiércol o compost, mejora la estructura del suelo y promueve la actividad microbiana beneficiosa, complementando así la nutrición del pasto.
Manejo del Pasto
La fase siguiente a la siembra del pasto de corte es importante para asegurar el éxito de la pradera en el futuro. En este sentido, las prácticas posteriores a la siembra incluyen, entre otras, resiembras si son necesarias, la deshierba oportuna, el control de plagas como las hormigas arrieras cortadoras de hojas, los grillos y el uso estratégico de pastoreos tempranos de diferente intensidad y duración.
Para decidir cuando una pastura esta lista para el pastoreo debe tomarse en cuenta la cobertura, altura y balance entre especies. Así, es normal observar al inicio de la formación de un potrero parches en el forraje disponible y en la composición botánica.
En general, dependiendo de las especies sembradas y para corregir desbalances entre gramínea y leguminosa en una pastura asociada, se hace un pastoreo temprano que puede ser con un alto número de animales durante pocos días, en el caso de especies agresivas, para controlar el crecimiento de la gramínea y así favorecer la leguminosa, o con pocos animales por varios días para beneficiar a la Gramínea.
Control de malezas en el cultivo de pastos de corte
El control de malezas en pasturas se realiza mediante métodos manuales, mecánicos o químicos, aplicados durante las primeras etapas de desarrollo o en fases posteriores. En malezas perennes, las labores deben repetirse para lograr la dominancia del pasto.
Existe un periodo crítico en las primeras semanas de crecimiento donde la competencia de malezas es mayor, y los métodos mecánicos pueden ser ineficaces en el trópico. Las lluvias también limitan la efectividad del control manual e impiden el uso de cultivadoras.
El control mecánico entre surcos con palas o cultivadoras es más efectivo en malezas jóvenes, dependiendo del clima. El corte mecánico reduce la competencia de gramíneas y anuales de hoja ancha, y un pastoreo ligero puede favorecer el crecimiento del pasto introducido, desplazando las malezas.
Cosecha y Utilización: el momento óptimo es clave para la calidad del forraje
Ahora bien, el momento de corte es un factor determinante en la calidad del forraje. En otras palabras, cortar el pasto en el momento óptimo, cuando tiene el máximo valor nutritivo y la mejor relación hoja/tallo, asegura un forraje rico en nutrientes y palatable para el ganado.
Por ejemplo, en el caso del Pennisetum purpureum (King grass), el momento ideal de corte es entre 35 y 45 días en época de lluvias, y hasta 60 días en época seca. Del mismo modo, para el Megathyrsus maximus (Guinea), se recomienda cortar cada 30-45 días, dependiendo de la variedad y las condiciones climáticas.
Altura de corte
La altura de corte emerge como un factor determinante que impacta directamente la velocidad de rebrote y la salud a largo plazo del pastizal. De hecho, un corte ejecutado a una altura demasiado baja puede infligir daños a la corona de la planta, lo cual, a su vez, retrasa el proceso de rebrote e incrementa la vulnerabilidad a enfermedades. Por otro lado, un corte realizado a una altura excesiva puede resultar en un forraje de calidad inferior, caracterizado por una proporción elevada de tallos fibrosos y una menor cantidad de hojas nutritivas.
Ahora bien, la altura de corte óptima varía significativamente según la especie de pasto en cuestión. Sin embargo, como regla general, se recomienda preservar al menos 5-10 centímetros de rastrojo. De manera que esto facilita que la planta conserve reservas de energía suficientes para un rebrote rápido y vigoroso.
Además, es crucial considerar el tipo de ganado que consumirá el pasto. En este sentido, algunas especies requieren una altura de corte específica para garantizar que los animales puedan consumirlo de manera eficiente. Por lo tanto, una gestión adecuada de la altura de corte se traduce en un aprovechamiento óptimo del forraje y, por ende, en una mayor productividad ganadera.
Maquinaria
La selección y el mantenimiento meticuloso de la maquinaria de corte se erigen como pilares fundamentales para garantizar una cosecha eficiente y de alta calidad. En este sentido, es crucial comprender que las segadoras rotativas y las segadoras de tambor representan opciones comúnmente utilizadas, aunque cada una posea sus propias ventajas y desventajas inherentes.
Además, resulta imprescindible asegurarse de que las cuchillas se encuentren debidamente afiladas y ajustadas para ejecutar un corte limpio y uniforme. De hecho, un corte irregular puede infligir daños considerables a las plantas y, por consiguiente, dificultar la labor de recolección.
Asimismo, no se debe pasar por alto la importancia de revisar minuciosamente la maquinaria para prevenir la contaminación del pasto con aceites o combustibles. Así, esta precaución contribuye a preservar la calidad del forraje.
En cuanto a las condiciones climáticas ejercen una influencia significativa en la elección del tipo de maquinaria a utilizar. Por ejemplo, en terrenos llanos, se puede optar por maquinaria de mayor envergadura, mientras que, en terrenos inclinados, se recomienda el empleo de maquinaria más pequeña y maniobrable.
Conservación
La conservación adecuada del forraje se presenta como un elemento esencial para asegurar su disponibilidad durante los períodos de escasez. En este contexto, el ensilaje y la henificación emergen como las dos técnicas de conservación más extendidas, si bien cada una exhibe sus propias ventajas y desventajas distintivas.
Específicamente, el ensilaje implica la fermentación anaeróbica del forraje húmedo, lo cual preserva su valor nutritivo y, al mismo tiempo, lo torna altamente palatable para el ganado. En contraste, la henificación se basa en el secado del forraje al sol, con el fin de reducir su contenido de humedad y prevenir el crecimiento de moho.
En consecuencia, la elección de la técnica de conservación idónea se torna crucial, ya que debe ajustarse a las condiciones climáticas prevalecientes, los recursos disponibles y las necesidades específicas del ganado. Adicionalmente, el lugar de almacenamiento debe proteger el forraje de la humedad, la luz solar directa y la lluvia, con el propósito de evitar su deterioro y preservar su calidad.
Pastos de corte: planificación meticulosa para un establecimiento exitoso
Para lograr que un cultivo de pasto de corte se establezca de manera exitosa, es necesario planificar cuidadosamente y aplicar las técnicas agrícolas correctas. Al seguir estos pasos, los ganaderos pueden asegurar un suministro constante de forraje de alta calidad, optimizando la alimentación de su ganado y maximizando la productividad de su sistema.
La altura de corte es un aspecto importante a considerar. En efecto, cortar el pasto a una altura adecuada permite un rebrote rápido y vigoroso, asegurando una producción continua de forraje. Además, utilizar maquinaria en buen estado y ajustada para realizar un corte limpio y uniforme facilita la recolección y conservación del forraje. Por último, aplicar técnicas de conservación adecuadas, como el ensilaje o la henificación, preserva la calidad nutritiva del forraje y asegura su disponibilidad en épocas de escasez.
Equipo Editorial Agrotendencia.
Para mayor información sobre el pastos y forrajes te invitamos a leer nuestro artículo Pastos y forrajes: tipos, producción, manejo y cultivo.
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