Hace 9.000 años, el hombre vio en los caprinos un valioso recurso para su supervivencia y evolución; convirtiendo a este pequeño animalito en el primer rumiante en ser domesticado por el hombre.
Su leche es altamente digestible, rica en vitaminas y minerales, y a diferencia de la de la vaca, raras veces genera reacciones alérgicas.
Además, contiene mayor porcentaje de proteínas y sólidos totales; rindiendo significativamente más en la elaboran de quesos y otros derivados.
El 10% de las cabras que actualmente existen, se crían en sistemas altamente tecnificados, mientras que el 90% son usadas con fines de subsistencia por familias rurales de todo el mundo; aprovechando su leche, carne, piel y hasta las excretas, en la elaboración de un excelente abono con alto contenido de nitrógeno.
Las exigencias de alimentación, espacio y cuidados de la cabra son significativamente menores a las del ganado bovino; de allí el popular dicho “donde come 1 vaca, comen 10 cabras”.
Los beneficios que se obtienen de la producción caprina, hacen a la cabra un animal bondadoso; del cual se obtiene múltiples beneficios.
Es uno de los animales de cría más versátiles que existe. Este pequeño rumiante ramoneador es capaz de adaptarse a condiciones muy diversas de clima, suelo y vegetación. Y por ser de porte bajo requiere de menor área para su cría y producción, es por ello que se estima que en el espacio que requiere 1 vaca, pueden criarse entre 6 a 8 cabras.
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