El pastoreo racional representa una opción viable y necesaria para la producción de leche, contribuye a mejorar la fertilidad natural del suelo, además permite una buena recuperación de los pastos.
Con el pastoreo racional se logra una buena recuperación de los pastos; debido a que los animales aportan nutrientes en forma de restos de hojas, excretas sólidas y líquidas al suelo.
Adicionalmente los microorganismos del suelo mejoran el drenaje del agua haciendo túneles que también ayudan a la entrada del aire al suelo; aportando nutrientes a las especies forrajeras presentes en el potrero en un proceso denominado fertilización natural por reciclaje
El impacto de las actividades ganaderas sobre el medio ambiente ha sido objeto de mucha discusión, debido a que en muchos casos emplean manejos inapropiados para el suelo y la vegetación; además de contribuir con la emisión de gases de efecto invernadero.
Para contrarrestar estos efectos perjudiciales, los ganaderos actualmente están aplicando modelos productivos como la ganadería regenerativa, cuyo objetivo es mantener el equilibrio entre la producción de proteína animal y la conservación de los ecosistemas; mediante el manejo agroecológico.
Entre las actividades de conservación de esta modalidad pecuaria se encuentran: la siembra y multiplicación de árboles, la reducción del uso de insumos químicos, el manejo de excretas y el uso racional de los recursos suelo y agua. Permitiendo a las unidades productivas ser sostenibles desde el punto de vista ecológico, económico y social.
Esta ganadería considera y preserva el suelo a través del uso adecuado de potreros; en el que es necesario manejar los tiempos de pastoreo y descanso; siendo este último imprescindible para promover la regeneración de la biota, la reducción de la erosión y el crecimiento óptimo de las pasturas.
Actualmente esta forma holística de producción animal satisface la exigencia de los consumidores, quienes obtienen productos saludables libres de agroquímicos y con alto valor nutricional.
Los pastos y forrajes son el componente multifactorial más importante y determinante en el manejo alimenticio del ganado. Representan la fuente de alimento más económica y de mayor volumen; así como también, la más fácil de optimizar o mejorar y la más práctica de utilizar.
Se define como “pasto” a las plantas autóctonas o cultivadas que el ganado (de cualquier tipo) consume de forma directa mientras circula por potreros o campos. Mientras que el “forraje” es toda especie vegetal que es cosechada antes de ser utilizada como alimento.
El conocimiento de las características propias de cada especie de pasto en los potreros, es clave en su manejo eficiente y sostenible; ya que siempre influirá (para bien o para mal) en el rendimiento, velocidad de obtención y calidad del producto final.
Tanto las especies leguminosas como las gramíneas presentan ventajas y desventajas. En general, las primeras, tienden a ser más apetecibles al animal y tienen mayor contenido proteico, mientras que las segundas generan biomasa y fibra más rápidamente.
Además, la mayoría de leguminosas (en asociación simbiótica con bacterias del género “Rhizobium”) generan nódulos en sus raíces, capaces de tomar, fijar y aprovechar el nitrógeno atmosférico; lo que mejora significativamente la condición de fertilidad del suelo.
El “rendimiento” es uno de los 3 datos técnicos cuantificables más importantes en el manejo de cualquier pasto o forraje; se mide en toneladas de materia seca, por superficie, al año. Los otros 2 datos más relevantes son la cantidad de proteína cruda y la digestibilidad del vegetal.
Es notorio que la agricultura de precisión actual sería prácticamente imposible sin el uso intensivo de teledetección, sistemas de posicionamiento global e imágenes satelitales.
Las imágenes de satélite son una representación pictórica de datos de la superficie terrestre obtenidos a partir de sensores en órbita; la ciencia detrás del procesamiento de estos datos para convertirlos en imágenes coherentes y útiles en la agronomía es la teledetección.
Esta herramienta junto con las imágenes satelitales (adaptadas a medida), ofrece a los agrónomos de hoy la oportunidad de obtener gran cantidad de datos sobre las condiciones tanto pasadas como presentes de extensas áreas de cultivo y lotes de terreno. Lo que permite monitorear el desarrollo de cultivos en curso y tomar decisiones críticas con base en información confiable.
La vida útil de un satélite oscila entre los 5 y los 15 años dependiendo de factores externos como: la atmósfera, disponibilidad de combustible, la correcta operación de sus equipos y la ocasional colisión con basura espacial en órbita que viaja 27.000Km/h representando un riesgo constante.
Los 4922 satélites operativos que hay en órbita en la actualidad se clasifican de acuerdo al tipo de órbita, sensor, resolución y uso.
Gracias a la teledetección se puede detectar de forma oportuna y precisa problemas de fertilidad, enfermedades, sequías, vigor de las plantas y cambio en el uso del suelo. Además, se puede proyectar los rendimientos futuros de los cultivos con entre 2 y 3 meses de anticipación y con el 80 al 90% de precisión.
Se denomina “granja integral” a aquellos modelos de producción diversificada que maximizan la eficiencia en el uso de recursos, a través de la integración de diferentes sistemas productivos.
La diversificación de productos y subproductos, así como el reciclaje y el uso intensivo de insumos producidos en la granja, proporciona una mayor flexibilidad económica y operativa al sistema; ya que los ingresos no dependen de un solo producto y la necesidad de insumos externos tiene menores posibilidades de limitar la productividad.
Algunas ventajas evidentes de la granja integral son el uso de recursos locales, el mayor aprovechamiento de la biomasa y los desechos orgánicos, la reducción de costos de producción y una mayor competitividad, al poder ofrecer mayor cantidad de productos a un menor precio.
La producción conjunta de abonos verdes, huevos, carne, lácteos, hortalizas, cereales y frutas es el denominador en las granjas integrales. Sistemas que con frecuencia también son además energéticamente autónomos incorporando la producción de gas natural y electricidad en la actualidad.
La integración e interacción de los procesos que se desarrollan en las diversas actividades de la granja integral, es fundamental.
Las tecnologías más frecuentes en una granja integral son: La rotación de cultivos, el policultivo (cultivos mixtos o intercalados), el pastoreo rotativo, el uso de abonos verdes, compostaje y biodigestores, además del aprovechamiento de la energía eólica y solar.
El búfalo es un prodigioso animal procedente del sudeste asiático, que a pesar de ser terrestre puede pasar mucho tiempo en el agua, dada su baja capacidad para disipar el calor.
La cría de búfalos ha aumentado en América más de un 5% en los últimos 4 años, estimulada por los bajos costos productivos, la facilidad de cría y el triple propósito del animal.
Este animal se adapta muy bien a zonas inundables, logrando aprovechar con facilidad pastos de baja calidad.
Los búfalos son muy resistentes a enfermedades y presentan una mortalidad muy baja. Además, tienen una vida productiva considerablemente mayor a la del ganado vacuno, proporcionando crías, leche y capacidad de trabajo aun después de los 20 años de edad.
Su carne tiene una apariencia similar a la del vacuno, aunque rinde un poco menos en canal debido al mayor peso de una piel más gruesa y la cabeza.
La leche de búfala es más blanca que la del vacuno, contienen menos lactosa y más grasas, proteínas y minerales, lo que provoca que rinda más en la elaboración de productos derivados como queso, dulces y yogures.
Cerca del 7% de toda la leche consumida en el mundo es de búfalas. En países como la China, la India y Pakistán se produce significativamente más leche de búfalas que de vacas.
La ganadería de doble propósito, implica el uso de razas vacunas genéticamente competentes para producir tanto leche como carne en un mismo animal y en cantidad y calidad aceptable.
La raza “normanda” fue la primera concebida exitosamente como Ganado de doble propósito, es producto de los cruces entre el antiguo ganado autóctono de Normandía y el ganado traído por los vikingos a Francia en el siglo 9.
Otras razas de doble propósito de importancia en el mundo son la “Fleckvieh” o la “simmental”.
En América latina con frecuencia se usan animales mestizos producto del cruce entre razas lecheras especializadas y el ganado cebú o criollo.
Más del 50% de toda la leche en la américa tropical es producida usando sistemas de Doble Propósito.
Estos sistemas implican un menor riesgo económico y una mayor resiliencia ante condiciones económicas adversas, gracias a la doble producción capaz de generar un ingreso diario por la leche y un ingreso estacionario más representativo por la venta de los animales para carne.
Sus características de infraestructura utilizada, capital invertido, nivel tecnológico y formas de manejo, brindan un enorme potencial de adaptación del sistema a condiciones agroecológicas muy diversas, que van desde zonas templadas hasta laderas y zonas planas de llanura y sabana.
Hace ya unos 10.000, años que el vacuno se convirtió en el animal más importante que haya sido domesticado.
El consumo mundial de carne bovina ha aumentado vertiginosamente en los últimos 50 años. La producción ha pasado de 70, a más de 336 millones de toneladas anuales.
La carne vacuna, con más del 22% del total producido global, es la tercera fuente de proteína animal más importante del mundo y la que mayor volumen de ventas tiene. Solo superada por el cerdo y el pollo; en 1ro y 2do lugar respectivamente.
El ganado “Bos taurus” originario de Europa, es el que produce la mejor carne. Sin embargo, es el ganado cebú o “Bos indicus” el que mejor adapta a la cría en condiciones tropicales.
Los diferentes cruces entre estas sub especies han generado animales híbridos con buena adaptabilidad al trópico y una excelente producción de carne.
Además de carne, estos animales también aportan, pieles y estiércol, siendo también excelentes animales de trabajo.